martes, 27 de julio de 2010

'Todo es igual, nada es mejor nada es mejor […] los inmorales nos han igualao' se lamentaba Discepolín en 1934, plena década infame. Hoy estamos lejos de 1934, en un 2010 igual de infame que la década así denominada, pero marcado no por fraudes electorales y dominio oligárquico sino, por el contrario, por una política demagoga para con las minorías y los sectores más bajos y manejables para obtener votos que perpetúen la hegemonía de los actuales gobernantes.

Hace unos días el pueblo decidió congregarse en una manifestación a favor de la concepción tradicional de la familia, en respuesta al intento de los legisladores progresistas por legalizar el 'matrimonio entre personas del mismo sexo', como lo llaman ahora, subvirtiendo así el orden tradicional y los valores fundacionales de la República Argentina, en pos de una igualdad ficticia. Dicha manifestación, como era de esperarse, fue ignorada por los legisladores que en vez de buscar lo mejor para el pueblo, buscan lo complaciente para asegurar votos y tiempo para multiplicar sus patrimonios aún más.


Ya no se trata de planes sociales ni de fútbol para todos, ahora buscan atacar, destruir y humillar a los que aún creen, como nosotros, que el matrimonio debe ser entre el hombre y la mujer, la única forma en que se puede formar una familia, que es la célula básica de la sociedad y pilar fundamental de la misma. Todo forma parte de un pack de leyes y medidas tan populistas como cortoplacistas. Regalan plata sin crear trabajo, fútbol y televisión digital gratuita para mantener al pueblo distraído, y el matrimonio gay que vendría a ser una patada llena de resentimiento y odio contra el cuerpo debilitado de la Iglesia Católica, para regocijo de todos los troscos admiradores del ERP y de los 'montos' que pululan hoy día [obviemos la incongruencia de la izquierda local, ya que tanto montoneros como ERP rechazaban la homosexualidad, al igual que todos los regímenes comunistas militaristas que inspiraron, entrenaron y financiarion al comunismo local, caso de Cuba y en su momento la Unión Soviética].

Como era de esperar, la manifestación fue desoída por los legisladores, cansados ya de alentar la decadencia y las perversiones, la ley ya fue aprobada y ya hay fechas para los 'nuevos matrimonios'. Pero la manifestación no fue en vano. Fue un orgullo enorme ver Argentinos de todas las edades que no absorven la propaganda decadente e 'inclusiva' con la que todos somos bombardeados desde la televisión y otros medios de comunicación. Eso nos recuerda que todavía existen Argentinos orgullosos de lo que son, los cuales mantienen vivo un ápice de esperanza. Sólo con ellos se podrá reconstruir el conjunto de ruinas que nos están dejando bajo el nombre de Argentina.


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