El capitalismo es al paradigma económico de occidente desde hace varios siglos, y desde hace ya unas décadas también los países orientales cayeron rendidos a sus pies, pero la forma del capitalismo fue mutando, haciéndose cada vez más invasivo: Los países ya no son dueños de sus propias economías sino que están supeditados a lo que dicte un organismo superior.
Por otro lado, a mediados del siglo XIX un hebreo delirante llamado Karl Marx escribió una teoría económica que trataba de denunciar las flaquezas, ya en 1860 muy visibles, del sistema capitalista. Dicha teoría, grosso modo, decía que los dueños de los medios de producción "robaban" a los trabajadores, ya que sin éstos, la producción no sería posible. Pese a lo ridícula que puede sonar esa teoría, tuvo una gran aceptación entre los trabajadores. Las consecuencias de esta teoría disparatada fueron terribles.
Por un lado los trabajadores (proletarios) comenzaron a ver como enemigos, como causantes de sus penurias, a los empleadores (los capitalistas) y reaccionaron contra ellos, encontrando en el Marxismo y las banderas rojas un estandarte de lucha contra la clase que, veían ellos, los oprimía. A su vez los empleadores comenzaron a ver en los levantamientos obreros su posible ruina.
La semilla del conflicto social plantada por el marxismo dio una cosecha extraordinaria en materia de odio entre hermanos, entre el obrero y el patrón. Nace una ruptura en el sentimiento nacional del pueblo.
El bien de la nación pasó así a un segundo plano frente a los intereses mezquinos de cada actor en la "lucha de clases", los obreros quieren adueñarse de los medios de producción y los patrones reaccionan con una contraofensiva igualmente violenta, aumentando las condiciones subhumanas en los empleos. Como siempre aparece la figura del círculo vicioso, ya que peores condiciones producen levantamientos más violentos.
La única forma de superar estos conflictos "de clase" parece ser entonces la restauración de los sentimientos nacionales en el pueblo y una consecuente conciliación de clases. El fascismo desde su nacimiento por la década del '20 abogó por una serie de reformas laborales, luego plasmadas por el mismo Mussolini en su "carta del Trabajo", redactada en Abril de 1927. En ella se detallan punto por punto los derechos que el Estado Fascista garantizaba a los trabajadores de Italia. Dichas garantías eran en ese momento inexistentes en todas las democracias del mundo e incluso en la "dictadura del proletariado" de la Unión Soviética —que lejos de, como tal, mejorar las condiciones de los trabajadores de Rusia, provocó por esos mismos años y de forma intencionada la muerte de hambre de millones de campesinos con los embargos en el sector rural— y así, otrora inexistentes, hoy son fundamentales en cualquier país que se pueda jactar de desarrollado. Pero aunque estas medidas hayan sido implementadas, son sólo una pequeña parte de los beneficios que obtuvieron los trabajadores del Estado Corporativo que las cobijaba. No en vano podemos afirmar que la época dorada del trabajador fue fascista.